En el arduo camino del aprendizaje de la medicina como vocación, el docente es una pieza fundamental de ese desarrollo humano y científico, ya que dedicar gran parte de la vida a ejercer en el campo de la salud requiere no solo la parte técnica/educativa, por tratarse de un fin por sobre todo altruista, el aspecto humano es irremediablemente impactado en la búsqueda del desarrollo de un perfil complejo, así como íntegro, que sea capaz de hacer frente al enorme desafío.
Las universidades afrontan este paradigma en la formación de sus estudiantes, que por sobre todo, son seres humanos complejos y con necesidades, limitaciones, así como munidos de elementos en el particular contexto de cada uno. ello interviene durante todo el proceso de formación. Jorge Lenin Álvarez Herrera (2021) en un estudio asegura: “El ser docente es más que una actividad que representa la semilla que se siembra en cada ser humano para que primeramente este se desarrolle íntegramente como tal y luego para que sea capaz de desenvolverse en sus actividades particulares, siempre pensando en el bien común”.
El citado enunciado hace entrever el complejo papel del docente y cómo más allá de las estructuras edilicias, técnicas y tecnologías debe acompañar un sentido humanista de su profesión, ya que son los guías de futuros galenos que, tal como menciona la investigación, deben ser estimulados también en el aspecto humano durante la interacción docente/estudiante. Lo que lleva a dimensionar que ineludiblemente el educador debe ser consiente de la responsabilidad que promueve, y de la misma forma, preocuparse por el contenido con el cual construye su persona misma y la de su asignatura.
En cuanto a esta construcción dual, educador/educando y médico/persona, la UPAP desenvuelve una estrategia de constante apoyo del profesor como modelo y profesional pedagógico, sin intervenir de forma invasiva en el estudiante, y que se sobreentiende que este último es una persona formada en valores y con un comportamiento basado en las normas cívicas. De igual forma, el modelo de la universidad se guía por una comunicación bidireccional y constante apoyo, la calidez de la enseñanza se desenvuelve en, por ejemplo, actividades comunitarias que brindan un espacio de reflexión, promoción y acercamiento a la labor del médico, esto genera un clima en el que el respeto mutuo, las técnicas y didácticas de enseñanza, además de la cooperación con el medio, facilitan un armónico proceso formativo.