La educación en general está en constante evolución en la búsqueda de nuevos paradigmas que interrelacionen modelos más exactos e integrales. La Medicina no está exenta de dicha dinámica, teniendo en cuenta que es una carrera que depende de varios factores, los cuales exigen una constante evolución para formar médicos a la par de las necesidades en las diferentes áreas de la salud.
Los modelos clásicos de enseñanza en este aspecto se ven exigidos por determinados factores, ente estos, por ejemplo, la constante evolución de la tecnología, la necesidad por integrar elementos de desarrollo humano, reforzar la enseñanza clínica, así como el aspecto social en el ejercicio de la profesión. Existen varios modelos más que ponen énfasis en determinados ejes, pero los anteriormente mencionados han desarrollado un acopio bibliográfico abundante, que puede ser interpretado como exigencias primarias para una formación más efectiva.
En este sentido, la tecnología moldea el contexto global de forma vertiginosa; inteligencia artificial, nanotecnología, cobots, por mencionar algunos, forman parte de la realidad y el ámbito médico requiere de profesionales familiarizados con estos. Para equiparar las necesidades las academias refuerzan el aspecto tecnológico en la enseñanza, teniendo en cuenta que las especialidades médicas futuras necesitaran de estudiantes con capacidades en tecnología y ámbito digital.
Por otra parte, la brecha en las aptitudes clínicas entre el estudiante y el médico residente ha sido motivo de preocupación en varios autores, estos señalan que existe una excesiva carga de contenido teórico en las aulas, por ello proponen modelos en los que la practica tome mayor relevancia para superar una barrera en la cual varios médicos dependerán de experiencias empíricas como sustento de sus prácticas futuras.
En el sentido de la formación en desarrollo humano, varios estudios demuestran que el estudiante de Medicina forma parte del grupo de riesgo con mayor posibilidad de desarrollar ansiedad, depresión y burnout durante la formación, con respectos a otras áreas del aprendizaje. Profesionales han teorizado varias prácticas para contrarrestarlo, aseverando que existe una apremiante necesidad por incluir el desarrollo humano como parte esencial de los modelos dentro de las universidades.
En cuanto al aspecto social, estudios sugieren al contacto con las personas desde la formación como un elemento que ayuda a contrarrestar los efectos de la exigencia académica. Cuando el estudiante participa del entorno y entra en consciencia de que su rol es positivamente trasformador, que es capaz de intervenir en la realidad, ello es un fuerte estimulo para el ejercicio, además de desarrollar el sentido vocacional.
Estimular competencias científicas y contacto social es parte de modelo de enseñanza en la UPAP, recientemente, la institución tuvo un positivo avance en el ranking internacional Webometrix, que mide el desempeño científico de las universidades, resultado del constante estimulo hacía la generación de conocimientos, que se suma a la ya conocida cultura de servicio y promoción vocacional que nuestros estudiantes integran a su formación.