Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de cuello de útero causa en América más de 34 mil muertes anuales, dicha enfermedad se produce cuando no se tratan las lesiones precancerosas provocadas por la variante de alto riesgo del virus de papiloma humano (VPH).
De acuerdo a las especificaciones de la OMS, este virus se transmite por contacto sexual tanto en hombres como en mujeres, pero no presenta síntomas y en algunas ocasiones las infecciones que causa; sanan gracias a las defensas corporales, mientras que, en otras, permanecen y crean en las mujeres una multiplicación descontrolada de las células del cuello del útero, pudiendo esparcirse posteriormente a otras partes del cuerpo.
El VPH puede detectarse con unas pruebas de tamizaje, según las indicaciones de la OMS estas pueden ser:
- La citología también conocida como el papanicoláu.
- La inspección visual con ácido acético (IVAA), la cual consiste en el lavado por un minuto del cuello uterino con 3 a 5% de este compuesto.
- La palpación vaginal, que no es dolorosa, pero podría ser un poco molestosa.
Entre los tratamientos recomendados por la OMS está la denominada crioterapia, la cual consiste en congelar las células mal formadas; otra forma es con la práctica de la escisión electroquirúrgica con asa, en la que se eliminan tejidos anormales del cuello del útero, utilizando un asa de alambre delgado que tiene corriente eléctrica con bajo voltaje.
Las mujeres de 30 a 49 años deben realizarse revisiones periódicas, pero las pruebas de tamizaje pueden practicarse todas las personas que ya hayan tenido relaciones sexuales sin protección. De acuerdo a estudios publicados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la primera forma de prevención es mediante la inmunización contra el VPH, la cual se aplica a las adolescentes de entre los 9 y 14 años de edad.
La periodicidad con la que se realicen las pruebas puede hacer la diferencia, ya que la permanencia a largo plazo del virus en el organismo trae consecuencias cancerígenas en promedios de 5 a 10 años en personas con tendencia a bajas defensas, y 15 a 20 años en quienes mantienen un sistema inmunológico fortalecido.
La difusión de información en las instituciones educativas y centros de unidades de salud familiar es fundamental para crear conciencia y prevenir el contagio del virus. Por ello, como institución formadora de futuros profesionales, y con un sentido de compromiso con la educación y la salud, desde la UPAP y en el marco del proyecto Jahecha – Educar para prevenir, buscamos brindar datos útiles, a fin de instar a la población a poner en práctica las indicaciones preventivas.