“La parte más importante del trabajo del médico”, así lo definen algunos estudios de la comunidad médica refiriéndose a la tarea del diagnóstico, por su puesto, sin considerar en este caso el enfoque de la prevención y sus implicancias. Sobre lo complejo y cuidadoso que debe ser este proceso, se determina por ejemplo que “en los programas y planes de estudios no se brindan conocimientos detallados de cómo se efectúa el razonamiento diagnóstico y los estudiantes lo aprenden empíricamente viéndolo hacer y copiando de residentes, especialistas y profesores”.
Es así que, como en una ecuación con más de una variante, el diagnóstico se basa en nociones exactas y hechos precisos, si no se cumplen los principios del proceso, entonces el resultado siempre será erróneo. En el caso del diagnóstico la validez del resultado, una correcta deducción, depende de la calidad de las observaciones en las que se basa. El médico debe ser preciso y cuidadoso con cada detalle.
Entonces, para lograr el objetivo existen ejes fundamentales como la relación médico-paciente, que mientras más estrecha más información permitirá obtener del paciente. Brindar tranquilidad y seguridad crea un clima de cooperación ideal para que le médico reciba los datos necesarios. Esto se logra con una buena primera impresión, expresar interés por el paciente; mostrando empatía, que es en síntesis la clave de esta relación.
Así también, la anamnesis, que básicamente es el interrogatorio al paciente, responsable del 50 al 75% de los diagnósticos, aquí se demuestra la importancia del punto anterior para obtener éxito en la anamnesis y el cómo se confecciona el complejo proceso diagnóstico. “Para interrogar bien hay que saber mucho”, reza un proverbio árabe, esto aplicable al campo médico refiere a que, si le profesional no interpreta correctamente la afección principal del paciente, todo lo demás será erróneo y para ello debe poseer los conocimientos necesario diferenciando entre cientos de posibilidades.
Seguidamente, el examen físico complementa al interrogatorio buscando “marcas” objetivas y verificables para representar hechos sólidos e indiscutibles. “Lo que no se busca no se encuentra, el que no sabe lo que busca no entiende lo que encuentra”. Luego, la asociación de síntomas y signos mientras más de estos dos elementos sean agrupados la cantidad probable de enfermedades se reduce y el panorama es más claro.
Por otra parte, existen procedimientos como el diagnóstico por comparación, que busca asociar a la enfermedad con algún síndrome (conjunto de síntomas), el diagnóstico por intuición que apela a la experiencia del médico y a señales que ya conoce. También, el diagnóstico por hipótesis o terapéutico de Hufeland, básicamente señala una afección que debe ser confirmada sostenida sobre una posibilidad. Si bien, estos recursos son acopiados para dar facilidad a los médicos, los elementos esenciales son los mismos en cada caso y se construyen con cada paso.
Finalmente, debemos recordar que existen enfermedades que no cuentan con diagnósticos y pacientes con señales particulares que hacen de esta tarea algo bastante complejo. Pero las bases son inamovibles, es decir, la relación médico/paciente, la anamnesis y el examen físico. “El diagnóstico ha sido, es y será siempre un reto intelectual fascinante para los médicos, y una fuente inagotable de satisfacciones en su vida profesional, siempre y cuando se dominen sus bases y procedimientos”. (José Nováz et al).